Se suele tener mucha buena onda, cariño, e incluso, “identificación” (por llamarlo de alguna forma) con el pueblo vikingo, sus creencias y su forma de ser: aventureros, valientes, aguerridos, etc. Una sociedad en el cual las mujeres tenían un rol fundamental (incluso en la guerra), una cosmogonía interesante (dioses a toda raja y paraísos envidiables) y sagas dignas de el mejor comic de superhéroes. En definitiva, un pueblo y una cultura con la que cuesta muy poco encariñarse. Pero en estricto rigor, independiente de que hayan conquistado (saqueado) importantes ciudades por casi todo el continente europeo, los vikingos se convirtieron y sometieron al cristianismo mucho más rápido que el pueblo mapuche; en menos de 300 años los aguerridos vikingos y casi la totalidad de sus reyes ya habían puesto una rodilla en el suelo por la Señal de la Cruz. Es más, fueron en gran medida derrotados por los mismos Normandos, que no son otra cosa que vikingos-cristianos-franceses. Por lo que siempre me ha quedado dando vuelta esa extraña pleitesía por un pueblo que, de no ser porque tuvieron la suerte de estar alejados del centro de Europa, es muy probable que se hubiesen terminado persignando muchísimo antes.
Cabe destacar eso sí, el increíble e indiscutible poder –querámoslo o no– del Cristianismo como potencia económica, política, militar e ideológica. En esos términos, solo los musulmanes pueden entrar a la pelea, pero jamás los vikingos. Incluso las mejores formas de luchar contra el Cristianismo han sido a través de los siglos, el pensar: el luteranismo, las contrarreformas, y los cismas de pensamiento, han hecho más daño en la Cruz que cualquier espada o hacha vikinga.
Con todo lo anterior el pueblo mapuche luego de más de 500 años de invasiones, maltratos y abusos, aún sigue luchando. Y dentro de su cosmovisión, no por ideales de conquista ni riquezas, sino (como dice Gastón Soublette, “¿qué era lo que los Mapuches defendían con tanto ahínco?" Ver acá https://youtu.be/N27LAd906yM) por cuidar su Paraíso, esa tierra en la cual han sabido vivir en completa armonía con su entorno por siglos; “una manera de habitar la tierra insertos totalmente en el orden natural, creando un tipo especial de hombre y mujer”.
Por eso los son Grandes, mil veces grandes.
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